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Nuestra Señora De Guadalupe: Muestra, Exalta Y Manifiesta A Jesús En Medio De Nosotros

By Pedro Méndez
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PEDRO MENDEZ

El 12 de Diciembre no es un día normal para los Católicos de América Latina, especialmente de México. ¡La expectativa generada antes del 12 de Diciembre y los preparativos para la celebración van más allá de lo que podemos imaginar! ¡El 12 de Diciembre es un día lleno de felicidad, color, danza, comida, y de manifestaciones de amor y agradecimiento a Nuestra Señora de Guadalupe! ¡La cumbre de este día festivo es la Celebración de la Sagrada Eucaristía! Podríamos preguntarnos, con mucha razón, por qué nosotros—los Latinos—celebramos con tanto gozo el Memorial de Nuestra Señora de Guadalupe (En México, ésta es una Fiesta Litúrgica). Hay varias razones; pero la más importante es que Ella es la Virgen María, la Madre de Dios. Ahora bien, Nuestra Señora de Guadalupe no es sólo la Patrona de México; sino quetambién es la Patrona de todo el Continente Americano tal como fue decretado por el Papa Pío XII en 1946. Algunos de los países Latinos, además de contar con Nuestra Señora de Guadalupe como Patrona de las Américas, también tienen su propia patrona. Por ejemplo, la Patrona de Honduras es Nuestra Señora de Suyapa, y la patrona de Colombia es Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. ¡Las historias de las apariciones de la Virgen María, bajo una advocación específica, son cultural, espiritual y teológicamente significativas! ¡Vale la pena leer algunas de las apariciones!

Hay tanto para reflexionar sobre la aparición de la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, a San Juan Diego en el pequeño cerro de Tepeyac, México—desde el pintoresco escenario y los símbolos culturales nativos de la narrativa al milagro maravilloso coronando la historia. Me gustaría reflexionar sobre el centro de la historia, es decir, la petición de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego—“Mucho quiero, ardo en deseos de que aquí tengan la bondad de construirme mi templecito, para allí mostrárselo (Jesús) a ustedes, engrandecerlo (a Jesús), entregárselo a Él (Jesús).” La misión de la Virgen María desde su Inmaculada Concepción hasta su plena realización en el Cielo es la misma: mostrar, exaltar y manifestar a su Hijo, al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Ella cumple su misión con su Fiat (sí) a Dios en la Anunciación independientemente de las implicaciones sociales, al dar a luz a Jesús más allá de las circunstancias, al guardar la palabra de Dios en su corazón, con su silencio, con su sufrimiento en la Cruz, con su gozo en la Resurrección, con su presencia en Pentecostés, y, como la Tradición lo afirma, con su intercesión y asunción en cuerpo y alma al Cielo. Al querer construir una casa para continuar mostrando, exaltando y manifestando a Jesús, Nuestra Señora de Guadalupe es, en palabras del Papa Francisco, una discípula misionera para todo el Continente Americano. De ésta manera, no hay lugar para divinizar a María; sino para una profunda veneración que nos mueva a seguir su ejemplo—ser discípulos misioneros al mostrar, exaltar y manifestar a Jesús a los demás.

La Virgen María bajo cualquier advocación, pero especialmente como Nuestra Señora de Guadalupe, es también nuestra Madre. Quizá Dios nos está invitando a apreciar profundamente el regalo de las apariciones de nuestra Madre para que podamos contemplar a Jesús, Aquel que ella anhela mostrar, exaltar y manifestar por nuestro bien. De esta manera, nuestros medios litúrgicos, espirituales, festivos y logísticos no serán suficientes para adorar a Dios y para agradecer a nuestra Madre Santísima por su corazón misionero. Podría ser que estemos necesitando a Jesucristo hoy en nuestras vidas, y a su madre le gustaría mostrárnoslo. Ojalá podamos contemplar a Jesús haciendo maravillas en nuestras vidas y sanando nuestra naturaleza herida y sedienta de él. Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros, ruega para el Continente Américano.