Southwestern Indiana's Catholic Community Newspaper
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El Amor Convincente De Dios

By El Diacono Homero Rodriguez
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EL DIACONO HOMERO RODRIGUEZ

Varios de los profetas y siervos de Dios en la Biblia son renuentes en su llamado a servir a Dios y a su pueblo. De hecho, Moisés protesta unas cinco veces al querer huir del llamado de Dios. Existe siempre una lucha constante entre ‘lo que quiere Dios’ y ‘lo que yo quiero’. Pero al final, la promesa de un mundo mejor, la promesa de la vida eterna, y la promesa del amor y la misericordia infinita de Dios se ganan los corazones de los que escuchan su voz.

Dios nos llama a cada uno de nosotros a hacer la diferencia en el mundo. El más pequeño acto de amor hace la diferencia en la vida de las personas. Hace años escuché el llamado de Dios de una forma particular. Fue un llamado a seguirlo como sacerdote. Yo también fui renuente al escuchar su voz; pero a medida que habría mi corazón, me fui convenciendo de que esto es lo que quiero en la vida: servir a Dios y a su pueblo a través de la Iglesia.

Cuando nuestra Señora de Guadalupe se apareció a Juan Diego, un humilde indígena campesino, y le pidió que fuera su mensajero, él también fue renuente en su llamado y le rogó a nuestra Señora para que llamara y mandara a alguien más en su lugar. Eventualmente, nuestra Señora lo convenció de que todos estamos llamados a algo más grande que nosotros mismos; Juan Diego se dio cuenta de que cada ser humano, con la Gracia de Dios, puede hacer la diferencia en el mundo. Él, como todos los profetas y santos, confió en el Señor.

A pesar de mis limitaciones, yo también confío en el Señor. La lucha quizás nunca termine, pero he decidido decir sí al llamado de Dios porque sueño a diario con un mundo mejor. Anhelo la vida eterna y creo en el amor y misericordia infinita que Dios tiene para toda la humanidad.

Antes de que se lleve a cabo la ordenación, quisiera expresar mi infinita gratitud a Dios y a su pueblo por todas las bendiciones que he recibido de ellos. Gracias por tenerme paciencia. Gracias por hacerme la persona que soy hoy día. Les agradezco a ustedes, pueblo de Dios, por sus oraciones y su apoyo económico. Es para ustedes, por ustedes, y con ustedes que quiero esforzarme y dedicar mi vida al servicio de Dios, de la Iglesia, y de todos ustedes. También agradezco a mi familia y amigos por sus oraciones y cuidado. Estoy agradecido con el Obispo Thompson y con toda la Diócesis de Evansville por darme la oportunidad de compartir, servir, y predicar la Buena Nueva del Reino de Dios en esta parte del mundo.