Ordenación Al Sacerdocio Homero Rodríguez

Celebramos otro momento histórico en la vida de esta iglesia local conocida como la Diócesis de Evansville. Parece apropiado que la ordenación de nuestro primer sacerdote latino tiene lugar en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América. Mientras esta ocasión es particularmente alegre entre nuestros hermanos y hermanas latinos, es un impacto sobre los doce condados del suroeste de Indiana que completan nuestra Diócesis. Hoy día no estamos ordenando simplemente a un cuerpo cálido. Nuestro hermano, Homero, es un hombre de increíbles dones y talento. Es un hombre de oración, de descernimiento, de profundidad espiritual y de corazón pastoral. Sin duda, él estará en gran demanda. Es por eso que debemos tener cuidado de no agredirlo, asustarlo o cansarlo.

    Lamentablemente la familia de Homero no pueda estar aquí con nosotros para presenciar la ordenación de su hijo y hermano. En cierto sentido, es un sacrificio espiritual  que debe soportar Homero. Sin embargo, nuestra reunión aquí incluye nuestra promesa de adoptarlo  como uno de los nuestros. Hay otros aquí que han llegado a conocer a Homero a lo largo de su camino hacia nosotros. Antes de venir a nosotros, Homero pasó mucho tiempo en Chicago y San Antonio, donde había discernido previamente la llamada hacia las órdenes sagradas del Señor. Es nuestra creencia que él ha venido a nosotros por la gracia del Espíritu Santo. Por supuesto, en esta fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, no queremos dejar pasar la intercesión de nuestra Santísima Virgen María.

    Estamos agradecidos por aquellos que han sido parte de la formación de Homero, de  hacerlo llegar a este punto. Además de su familia, queremos reconocer a muchos de sus amigos en México, San Antonio, Chicago y otros lugares que han tenido un impacto en su vida y descernimiento. En tiempos más cercanos y más locales, aprovechamos esta oportunidad para expresar nuestro más profundo agradecimiento a la buena gente de la parroquia del Santo Rosario ( Holy Rosary)  y a toda la comunidad latina a través de la Diócesis que se han convertido en su familia sustituta aquí entre nosotros.

    Hacemos bien en considerar el papel del discernimiento en la vida del sacerdote, de la Diócesis y de la iglesia. En su discurso del Papa Francisco en junio de este año en el Día Mundial de la Juventud, les dijo a los seminaristas jesuitas, polacos, en Cracovia que el arte del discernimiento es esencial en la vida y el ministerio de los sacerdotes. El papa Francisco les advirtió que eviten bloquear el mundo entre  blanco y  negro, el Santo Padre señaló la realidad de vivir con un sentido gris en relación con los seres humanos, la cultura, la sociedad y la vida. Por supuesto, esto no es para alentar el relativismo ni para negar las verdades morales.  El discernimiento autentico debe estar enfocado en la oración, las escrituras, el estudio y la comprensión. Requiere el cultivo de ciertas virtudes; Coraje, audacia, humildad, generosidad, apertura y paciencia. Las promesas de oración, especialmente la celebración de la misa y la liturgia, el celibato y la obediencia, cuando se entienden y se viven bien están destinadas a mejorar el proceso del discernimiento en la vida del sacerdote. El Santo Padre insistió en la necesidad de mirar a la gente a los ojos y ser directo con la verdad, siempre con caridad. Tomando nota de la sabiduría del discernimiento que extiende los ejercicios espirituales ignacianos, añadió el Papa Francisco; “La iglesia hoy necesita crecer en la capacidad de discernimiento espiritual…Y los sacerdotes sobre todo necesitan para su ministerios…La dirección espiritual no es solamente un carisma sacerdotal, sino también laico, es verdad”. Deben de tener esta gran necesidad para ellos mismos y también para los encargados de su cuidado pastoral. Por supuesto, para permanecer auténticos y debidamente fundamentados, todo discernimiento se basa en los principios de la enseñanza católica como se encuentra en el depósito de la fe; Es decir en la Escritura y en la Tradición.

    En esta fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, damos gracias por las diferentes maneras que Dios rompe y transforma la condición humana. Nuestra Señora,  impregnada  de la Palabra Viviente de Dios, se le apareció a San Juan Diego y le encargo un mensaje profundo que transformaría a todas las personas, a la cultura y eventualmente a un continente. Es aquel con quien María estaba embarazada, Jesucristo, que los sacerdotes deben proclamarlo en la Palabra y en los Sacramentos, en el ministerio y en los servicios. El sacerdote, como San Juan Diego, no puede reclamar nada como suyo. El sacerdote es simplemente  una nave  he intercesor del Señor Jesucristo, nuestro gran sumo sacerdote quien hace toda la diferencia. Así, el sacerdote hace bien en permanecer siempre cerca de la Virgen María, buscando su intercesión e inspiración en su vida de oración, adoración y discernimiento.

    El diácono Homero, quien confía en su fervor  por las almas, en su fidelidad a la iglesia, en su capacidad de discernimiento y en su disposición de  acoger  la vida y el ministerio del sacerdocio ordenado, los llamados a ser uno con el presbiterio sirviendo a la iglesia local y universal. Nuestra iglesia local se enriquece con su espíritu hacia el discipulado misionero, llegando a nosotros desde otro país y encarnando dentro de ustedes sus dones culturales de su herencia. Te encomendamos la protección especial de Nuestra Señora de Guadalupe, teniendo en cuenta las palabras de Santa Teresa de Calcuta; “Venimos a Jesús por María”. Recuerden que un sacerdote es ordenado para ser un hombre para los demás, no para sus propios propósitos. Él representara algo más que su propia persona o incluso un grupo étnico. Su preocupación debe ser para todos aquellos que están confiados en su cuidado, tanto católicos como no católicos, nunca sirviendo a los jefes, sirviendo a Jesucristo, de su cuerpo, la iglesia y ya sea con palabras o hechos. Como María, debe de tratar de adoptar la voluntad de uno mayor que ustedes mismos y de ir más allá de sus zonas de comodidad para acompañarlos a través de Jesucristo hacia la salvación. Especialmente tienes que mantener en cuenta que no estarás solo. Prometemos nuestra oración, apoyo y mucho efecto por ti. Te estas convirtiendo en parte de una fraternidad, una banda de hermanos y un valioso miembro de nuestro presbiterio. Que tu espíritu siempre se regocije en la grandeza del Señor este contigo también.