Easter Message
Dear Brothers & Sisters in Christ:
Let us rejoice and be glad! The Light of Christ dispels the darkness of sin and death. On this most sacred occasion, as all heaven and earth exults in praise of God’s triumph over Satan, we dare to proclaim the Good News of Salvation. Alleluia! Jesus Christ is Risen! Alleluia!
Along with Bishop-emeritus Gerald Gettelfinger, who recently celebrated his 25th Episcopal Anniversary, I wish each and every one a blessed Easter! The tomb of our Savior is empty so that we may be full of Jesus Christ’s abiding life. Regardless of our status or circumstances, we have cause to rejoice with Easter joy.
We are not quite the same persons we were when starting out on Ash Wednesday. Just as the cross was transformed from a tree of condemnation and humiliation to the ultimate sign of salvation and justification so we have been transformed by our Lenten journey. Through penance and self-denial, anchored in the three-fold means of prayer, fasting and almsgiving, we grow closer to God and one another. As we draw closer, we are transformed bit by bit into becoming more fully the intentional disciples of the Lord Jesus Christ that we are called to be.
Like those first witnesses to the empty tomb, the externals of our lives do not necessarily change. Our sacred encounter with the crucified and risen Jesus Christ, however, leaves an indelible imprint upon our internal disposition. Like those first witnesses, a response is demanded of us. We must now go forth as evangelizers, continuously drawing upon this personal encounter with the Risen Son of God through Word and Sacrament, proclaiming the gospel message by the witness of our words and actions. So may the world be transformed by the saving love of Christ!
With assurance of my prayers and every good wish for you, I remain
Sincerely yours in Christ,
Charles C. Thompson
Bishop of Evansville
Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo:
¡Regocijémonos y alegrémonos! La Luz de Cristo ha disipado las tinieblas del pecado y de la muerte. En esta sagrada ocasión el cielo y la tierra se regocijan en alabanza al triunfo de Dios sobre Satanás, nosotros nos atrevemos a proclamar la Buena Noticia de la Salvación. ¡Aleluya! ¡Cristo Jesús ha Resucitado! ¡Aleluya!
Junto al Obispo-emérito Gerald Gettelfinger, quien recientemente celebró su 25 Aniversario Episcopal, quiero desearles a cada uno de ustedes una Pascua de Resurrección llena de bendiciones! La tumba de nuestro Salvador está vacía para que estemos llenos de la vida perdurable de Jesucristo. Independientemente de nuestra condición o circunstancias tenemos motivos para alegrarnos con el gozo Pascual.
Nosotros no somos las mismas personas que éramos cuando empezamos la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza. Así como la Cruz fue transformada de un árbol de condena y humillación al último signo de salvación y justificación así nosotros hemos sido transformados por nuestro camino Cuaresmal. A través de la penitencia y el sacrificio anclado en medio de la triple dimensión de la oración, el ayuno y la limosna nosotros crecemos en la cercanía de Dios y de uno con otro. Así como nos acercamos, así nos transformamos poco a poco hasta convertirnos más plenamente en discípulos de nuestro Señor Jesucristo que estamos llamados a ser.
Como los primeros testigos de la tumba vacía, las cosas externas de nuestras vidas no necesariamente cambian. Sin embargo, nuestro encuentro sagrado con Jesucristo el crucificado y resucitado deja una huella indeleble en nuestra disposición interna. Como a esos primeros testigos se nos exige una respuesta. Ahora debemos caminar hacia adelante como evangelizadores continuamente corriendo a este encuentro personal con el Hijo de Dios Resucitado a través de la Palabra y Sacramento a proclamar el mensaje del Evangelio por medio de nuestro testimonio en nuestras palabras y acciones. ¡Entonces el mundo será transformado por el amor salvador de Cristo!
Con la garantía de mis oraciones y mis buenos deseos quedo de usted sinceramente en Cristo,
Charles C. Thompson
Obispo de Evansville
