Southwestern Indiana's Catholic Community Newspaper
« BACK

Message To 2014 Catholic High School Graduates And Their Families

By Bishop Charles C. Thompson
/data/global/1/file/realname/images/Bishop_Thompson.jpg

 

Catholic schools – if they are to be credible, authentic and effective – must necessarily be grounded in the proclamation of the gospel, namely, the Good News of Jesus Christ.  So grounded, the call to evangelization must permeate every aspect of life for school administrators, faculty, staff, volunteers, students and families.

In his Apostolic Exhortation, “Evangelii Gaudium” (“The Joy of the Gospel”), Pope Francis  emphasizes the need for growth in this regard:  “Evangelization aims at a process of growth which entails taking seriously each person and God’s plan for his or her life.  All of us need to grow in Christ.  Evangelization should stimulate a desire for this growth…Education and catechesis are at the service of this growth.” (nn. 160 & 163). 

While families choose Catholic education for various reasons (e.g. academics, sports, discipline), this growth in Christ is the ultimate purpose for any Catholic school’s existence.  In Catholic catechetical terms, this growth is known as ongoing formation and education…forming the heart while informing the mind.  Such growth is predicated on the understanding that conversion for each and every human being is a lifelong process.  This means that your graduation from high school marks but one phase in this lifelong conversion process of growth in formation and education.  In other words, you are not done yet!  The finished product of each one of us is not fully realized in this life.

Diplomas and school letters are wonderful things, but they cannot measure the true worth of a person.  The real measure of a person is realized in personal witness of one’s being and doing. Wherever the path of life leads you, in whatever phase of your journey, may you remain open to growth of mind, body and spirit.  And, may your growth be Christ-centered.  Essential to this growth is the absolute need for an encounter with the person of Jesus Christ.  This personal encounter demands a commitment to prayer, both individually and communally, as well as to ongoing study of the faith and reflection on one’s life in light of the gospel.  By means of all your classes, studies and activities provided by your Catholic education, you have been given the tools . . . not ends in themselves…but tools for further growth as human beings created in the image of God.  Through your commitment to this ongoing growth in Christ, may you come to fully realize the precious meaning and purpose of your lives, nurtured in prayer and reflected in the love of God and neighbor. 

My prayer is that you never tire of growing to the point of giving up or giving in to yourselves or anyone else but the Holy Trinity; namely, God the Father, the Son and the Holy Spirit.  Dare to love, show compassion, be merciful and care for others.  Live the spirit of Catholic education!

 

Mensaje a los Graduandos de Secundaria y a Sus Familias en 2014

 

Las escuelas católicas – si se quiere que sean creíbles, auténticas y eficaces – deben basarse necesariamente en la proclamación del Evangelio, es decir, la Buena Nueva de Jesucristo.  Entonces, la llamada a la evangelización debe permear todos los aspectos de la vida de los administradores de la escuela, maestros, personal, voluntarios, estudiantes y familias.

 

En su Exhortación Apostólica, “Evangelii Gaudium” (“La Alegría del Evangelio”) el Papa Francisco enfatiza: “La Evangelización busca el crecimiento, que implica tomarse muy en serio a cada persona y el proyecto que Dios tiene sobre ella. Todos nosotros necesitamos crecer en Cristo. La evangelización debe estimular un deseo para este crecimiento...La educación y la catequesis están al servicio de este crecimiento.” (nn. 160 y 163).

 

Mientras que las familias eligen la educación católica por diversas razones (p.e. académicos, deportivos, disciplina), este crecimiento en Cristo es el fin último de la existencia de cualquier escuela católica.  En términos de catequesis católicas, este crecimiento se conoce como formación continua y educación... formando el corazón mientras se informa la mente.  Tal crecimiento se basa en el entendimiento de que la conversión para cada ser humano es un proceso permanente.  Esto significa que su graduación de secundaria marca solamente una fase en este proceso de conversión permanente de crecimiento en la formación y educación.  En otras palabras, ¡ustedes no han hecho todo todavía!  El producto final de cada uno de nosotros no está completamente realizado en esta vida.

 

Diplomas y letras de la escuela son cosas maravillosas, pero que no miden el verdadero valor de una persona.  La medida real de una persona se realiza con el testimonio personal de su ser y hacer.

 

A donde les lleva el camino de la vida, en cualquier etapa de su viaje, permanezcan abiertos al crecimiento de mente, cuerpo y espíritu.  Y, que su crecimiento sea centrado en Cristo.  Para este crecimiento es esencial la necesidad absoluta de un encuentro con la persona de Jesucristo.  Este encuentro personal exige un compromiso a la oración, tanto individualmente y colectivamente, así como en cuanto a estudio de la fe y la reflexión sobre la vida a la luz del Evangelio. Han recibido las herramientas por medio de sus clases, estudios y actividades proporcionadas por su educación católica . . . no los fines en sí mismos... pero las herramientas para seguir creciendo como seres humanos creados a la imagen de Dios.  A través de su compromiso con este crecimiento constante en Cristo, pueden llegar a saber el precioso significado y propósito de sus vidas, alimentados en la oración y reflejados en el amor de Dios y al prójimo.

 

Mi oración es que nunca se cansen de crecer hasta el punto de renunciar o ceder a ustedes mismos ni a nadie sino a la Santísima Trinidad; es decir, Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.  Atrévase a amar, a tener compasión, a ser misericordioso y a cuidar de otros.  ¡Vivan el espíritu de la educación católica!