We Are Called To Proclaim The Gospel Truth Beyond Popular Opinion
For the fourth consecutive year, the Bishops of the United States are calling on all the faithful to keep the Fortnight for Freedom, June 21-July 4. This year’s theme, “Freedom to Bear Witness,” draws on the focus of our mission to proclaim the truth of the Gospel beyond what is popular or mere human opinion. Given the dynamics of social media and special interests, truth tends to be diluted by the inability to filter multiple voices or opinions weighing in on a matter without a clear sense of understanding and consequence. In other words, several people can comment on the same subject matter, giving the illusion that they are equal in knowledge, competency and expertise. As a result, there is a growing tendency to give equal weight to anyone—whether a person, group, organization, company, business or agency—who might weigh in on moral concerns without fully considering the character and motives of the source.
During the Fortnight for Freedom, we are reminded to especially keep before us the call to prayer for Life, Marriage and Religious Liberty. We do well to reflect on the interconnectedness of these three points of focus. The failure to preserve one of these has consequences for the integrity of the others.
LIFE: The dignity of the human person demands that we never treat any human being as a commodity, a thing, for the benefit of another person’s desire or pleasure. Any given witness to respect for human life, if it is to be authentic, must be consistent from the moment of conception to natural death. The preservation or defense of life cannot be limited to a sense of convenience or emotion. A key principle of Catholic Social Teaching, respect for the dignity of every human life is predicated on the notion of each person as created in the image of God. Every life is sacred. This is so for the unborn as well as those on death row, and everyone in between. We need to become ever more vigilant in seeking out victims of abuse, poverty, discrimination, human trafficking and all forms of injustice.
MARRIAGE: Family, according to long-standing Catholic teaching, is the fabric of stability for society. It is the first school of learning. Try as we may, nothing can adequately replace the family in the formation of character and development of the human person. Intimately linked to this notion of family as indispensable is the Church’s understanding of marriage as a covenant between one man and one woman. Yet another key principle of Catholic Social Teaching, acknowledging persons as both sacred and social, marriage and family are the central social institutions that must be supported and strengthened. Neither the Church nor the State, neither individuals nor groups of individuals, have the right to undermine this nature of marriage that underlies the complementarity of a mother and a father in the sharing of parenthood. Though no family is perfect, each and every family is called to holiness.
RELIGIOUS LIBERTY: In order to maintain a moral voice for both the sacredness of life and the dignity of marriage, it is imperative that the right of religious liberty be preserved. Without the necessary and proper vigilance of preserving this inalienable right, we risk the danger of being coerced into actions against our moral conscience based on religious beliefs. Authentic religious liberty can never be used as a means of infringing upon the dignity or rights of others. However, neither should the dignity or rights of others be allowed to suppress authentic religious liberty. As recently noted by Donald Cardinal Wuerl, Archbishop of Washington, “disagreement is not the same as discrimination.” Each and every square inch of ground lost on religious liberty in this country, no matter how trivial it may seem, only weakens the moral voice and compass of the United States in international or global affairs. The preservation of our religious liberty is not just to enable persons of faith to carry out ministry and service of corporal works of mercy to all those in need in this country, but it is also essential to our influence on the world stage in addressing the gross injustices, persecutions and killing of innocent victims in countries and/or regions that provide no guarantee or protection of such religious liberty.
Hence, we have good reason to take note of this call to prayer, discernment and action as motivated by this year’s Fortnight for Freedom: Freedom to Bear Witness. Let us join with our brothers and sisters in dioceses throughout the United States in commitment to prayer, advocacy and service to uphold these values so dear to faithful citizenship.
Estamos llamados a proclamar la verdad del Evangelio más allá de la opinión popular
Por cuarto año consecutivo, los Obispos de los Estados Unidos están convocando a todos los fieles a mantener la Quincena por la Libertad (Fortnight for Freedom) del 21 de Junio al 4 de Julio. El tema de este año, "Libertad para dar Testimonio," se inspira en el enfoque de nuestra misión de proclamar la verdad del Evangelio más allá de lo que es la opinión popular o la mera opinión humana. Dada la dinámica de los medios de comunicación social y los intereses especiales, la verdad tiende a diluirse por la incapacidad de filtrar múltiples voces u opiniones que pesan en un asunto sin un sentido claro de entendimiento y consecuencia. En otras palabras, varias personas pueden comentar sobre el mismo tema, dando la apariencia de que ellos tienen el mismo conocimiento, competencia y experiencia. Como resultado, hay una gran tendencia de dar el mismo peso a cualquiera—ya sea una persona, grupo, organización, empresa, negocio o agencia—que pueda opinar sobre preocupaciones morales sin tener en cuenta plenamente el carácter y las motivaciones de la fuente.
Durante la Quincena por la Libertad, se nos recuerda, especialmente, mantener ante nosotros la llamada a la oración por la Vida, el Matrimonio y la Libertad Religiosa. Hacemos bien en reflexionar en la interrelación de estos tres puntos de enfoque. El fracaso de preservar uno de éstos tiene consecuencias para la integridad de los demás.
LA VIDA: La dignidad de la persona humana exige que nosotros nunca tratemos a ningún ser humano como una mercancía, una cosa, para el beneficio del deseo o el placer de otra persona. Cualquier testimonio dado a respetar la vida humana, si ha de ser auténtico, debe ser coherente desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. La preservación y la defensa de la vida no pueden limitarse a un sentido de conveniencia o emoción. Un principio clave de la Doctrina Social Católica, respecto a la dignidad de cada vida humana, se basa en la noción de que cada persona es creada a imagen de Dios. Cada vida es sagrada. Esto es así para los no nacidos, así como para los condenados a muerte, y para todos los que están entre ambos extremos. Tenemos que ser cada vez más vigilantes en la búsqueda de las víctimas de abuso, la pobreza, la discriminación, el tráfico de personas y todas las formas de injusticia.
EL MATRIMONIO: la familia, de acuerdo a la enseñanza Católica de muchos años, es el núcleo de estabilidad para la sociedad. Es la primera escuela de aprendizaje. Por mucho que tratemos, nada puede, adecuadamente, reemplazar a la familia en la formación del carácter y el desarrollo de la persona humana. Íntimamente relacionado con esta noción de la familia como indispensable es el entendimiento de la Iglesia acerca del matrimonio como un pacto entre un hombre y una mujer. Incluso, otro principio clave de la Doctrina Social Católica, reconociendo a las personas tanto sagrados como sociales, es que el matrimonio y la familia son las instituciones sociales centrales que deben ser apoyadas y fortalecidas. Ni la Iglesia ni el Estado, ni los individuos ni grupos de personas, tienen derecho a descartar esta naturaleza del matrimonio que es la base de la complementariedad de una madre y un padre en el reparto de la paternidad y la maternidad. Aunque ninguna familia es perfecta, cada familia está llamada a la santidad.
LA LIBERTAD RELIGIOSA: Con el fin de mantener una voz moral tanto para el carácter sagrado de la vida y la dignidad del matrimonio, es fundamental que el derecho a la libertad religiosa sea preservada. Sin la vigilancia necesaria y adecuada de preservar este derecho inalienable, corremos el riesgo del peligro de ser forzados a acciones en contra de nuestra conciencia moral basada en creencias religiosas. La libertad religiosa auténtica jamás puede ser usada como un medio para violar la dignidad o los derechos de los demás. Sin embargo, ni la dignidad y los derechos de los demás deberían ser permitidos para suprimir la auténtica libertad religiosa. Como señaló, recientemente, el cardenal Donald Wuerl, Arzobispo de Washington, "el desacuerdo no es lo mismo que la discriminación." Cada pulgada cuadrada de terreno perdido en la libertad religiosa en este país, no importa lo trivial que pueda parecer, sólo debilita la voz moral y el límite de los Estados Unidos en los asuntos internacionales o globales. La preservación de nuestra libertad religiosa no es sólo para permitir a las personas de fe llevar a cabo el ministerio y el servicio de las obras de misericordia corporales a todos los necesitados en este país, pero también es esencial para nuestra influencia en el escenario mundial en hacer frente a las graves injusticias, persecuciones y asesinatos de víctimas inocentes en los países y / o regiones que no ofrecen ninguna garantía o protección a tal libertad religiosa.
Por lo tanto, tenemos buenas razones para tomar nota de esta llamada a la oración, al discernimiento y a la acción como es motivada para este año: Quincena por la Libertad: Libertad para dar Testimonio. Unámonos a nuestros hermanos y hermanas de las diócesis a lo largo de los Estados Unidos en el compromiso a la oración, defensa y servicio para sostener estos valores tan queridos para a la fiel ciudadanía.
