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Homilia De Ordenaciones

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Obispo Charles C. Thompson

La primavera nos llena de alegría, en Junio, trayendo nueva vida y crecimiento a nuestro alrededor. De hecho, la estación de la primavera dará pronto, oficialmente, paso al verano. Un poco de primavera está teniendo lugar también en el presbiterio Diocesano de Evansville, en términos de la ordenación al sacerdocio de los Diáconos Tyler y Ambrose. Ellos tendrán el verano para la transición de la vida del seminario a la forma de vida en el ser y el hacer del sacerdocio ordenado. Ellos se unen a un maravilloso grupo de hermanos mientras toman su lugar en nuestro presbiterio. A su vez, ellos nos enriquecen con sus propios dones y talentos.

La ordenación diaconal de Homero, quien viene a nosotros desde México, también es una gran fuente de alegría y promesa para nuestra Iglesia local, particularmente en nombre de nuestra comunidad Latina. Nuestro hermano Homero es un regalo para toda la Diócesis, el trae esperanza y alegría a nuestros hermanos y hermanas Latinos. Como diácono Latino y futuro sacerdote, él conoce íntimamente el idioma y la cultura de aquellos que han venido a nosotros de varios países Latinos. Oremos para que él inspire a otros jóvenes Latinos, especialmente entre aquellos que viven dentro de nuestra Diócesis. Para tales vocaciones, busquemos la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe.

Al igual que con todas las cosas, primero damos gracias a Dios por estos tres jóvenes delante de nosotros. Nosotros debemos expresar nuestro más profundo agradecimiento a sus familias, especialmente a sus padres, así como a todos aquellos que han contribuido en su formación y educación. Destacamos especialmente nuestro agradecimiento al Seminario Bishop Simon Brute, al Seminario Assumption en San Antonio, a la Escuela de Teología Saint Meinrad, a nuestra Oficina Diocesana de Vocaciones y a las parroquias en las cuales ellos crecieron. Gracias a nuestros sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, parroquias miembros del personal diocesano y feligreses que han jugado un papel especial en el cultivo de la vocación de estos tres hombres.

La vocación al ministerio ordenado está enraizada en la llamada bautismal a la santidad y al servicio. Todos y cada miembro bautizado de la Iglesia es ungido para compartir en el triple oficio de Jesucristo según la capacidad de cada persona. Así como Jesús fue ungido como sacerdote, profeta y rey, así nosotros estamos llamados a vivir una vida de santidad, proclamando la Buenas Nueva, y siendo buenos administradores de nuestro tiempo, talento y tesoro. A través del ministerio ordenado, el Diácono Tyler, el Diácono Ambrosio y Homero aceptan una forma particular de participar en este triple oficio de Jesucristo, nuestro Gran Sumo Sacerdote. Esta aceptación es más que una función. Es una forma de ser.

El ministro ordenado, diácono o sacerdote, debe ser un hombre de valor, un puente para la comunión, un instrumento de la misericordia, un servidor humilde, un ejemplo de generosidad, un ministro del Evangelio, un sanador de heridas, y un testigo del discipulado en Jesucristo. Para ser realmente efectivo, el estilo de vida de un ministro ordenado debe basarse en la humildad, la sencillez, la compasión, la verdad en la caridad, respeto por lo sagrado de toda la humanidad, y un arraigo espiritual en la Palabra y el Sacramento. El ministro ordenado nunca debe olvidar que él está llamado a servir a los demás a través del ministerio de la Palabra, el Sacramento y el Servicio en lugar de ser servido. Él debe de estar dispuesto a dejar a un lado sus intereses personales, sus prejuicios y su ego, si el, efectiva y fielmente, representa a la Iglesia en el cumplimiento de su misión como le fue confiada por Jesucristo, la Cabeza de la Iglesia. El ministro ordenado, tanto diácono y como sacerdote, debe recordar que la auténtica fidelidad ala Cabeza no puede existir en forma aislada del Cuerpo. En ello radica el carácter sagrado de las Ordenes Sagradas dando fecundidad a la triple promesa de la oración, la obediencia y el celibato.

Los pasajes de las Escrituras elegidos para esta liturgia de ordenación hablan maravillosamente del papel y el propósito del ministerio ordenado en la realización de la misión de la Iglesia como le fue confiada por Jesucristo. Como se señala en la Carta a los Hebreos, aquellos llamados por Dios están para servir en lugar de buscar el honor personal. Estos hombres que serán ordenados deben ofrecerse a sí mismos, a pesar de ser asediados por la debilidad humana, como representantes ante Dios. Al igual que con Jesús, aprendemos la obediencia de lo que sufrimos mucho más de lo que podríamos lograr. Como el Profeta Isaías declara,aquellos que sirven al pueblo de Dios han sido ungidos por el Espíritu del Señor para proclamar, sanar, anunciar y confortar. A través de las disciplinas de la oración, el celibato y la obediencia, los ministros ordenados deben transmitir la alegría pascual y la paz del Señor Resucitado en medio de aquellos a quienes servimos.

Cada uno de nuestros hermanos contribuye con su propia personalidad a la oficina del ministerio diaconal y sacerdotal. Cada uno trae sus esperanzas y temores, fortalezas y heridas, ideas y percepciones, experiencia cultural y referencias. Nada se deja fuera de la mezcla. Siendo conscientes de la condición humana de uno, el ministro ordenado es más capaz de compadecerse de los demás. Esta compasión debe ser especialmente realizada con los pobres y vulnerables, aquellos que son desechados,  abandonados o empujados hasta los márgenes de la sociedad. El ministro ordenado debe apuntar a lo que el Papa Francisco se refiere en su Encíclica, Laudato Si’, "Sobre el Cuidado de la Casa Común, "como la interrelación de la relación de uno con Dios, con los demás, consigo mismo, y con toda la creación. El ministroordenado debe proclamar el Evangelio de Jesucristo y practicar lo que proclama. Por encima de todo, para ser realmente eficaz y creíble, el ministro ordenado debe estar centrado en Cristo en lugar de en sí mismo. De lo contrario, la promoción de los intereses personales de uno hace un gran daño a la Iglesia y mayor daño a los que estamos llamados a servir.

En su homilía en la 53ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (cf. Cuarto Domingo de Pascua, 17 de Abril de 2016), el Papa Francisco le suplicó a aquellos que estaban siendo ordenados ser misericordiosos ycompasivos en el nombre de Jesucristo y de la Iglesia. Añadió; "Trae la Muerte de Cristo a ti mismo... Sin la Cruz, nunca encontrarás el verdadero Jesús; y una Cruz sin Cristo no tiene sentido." El Santo Padre concluyó su homilía de la siguiente manera: "En comunión filial consu obispo, esfuércense en unir a los fieles en una familia para conducirlos a Dios Padre, a través de Cristo, en el Espíritu Santo. Tengan siempre en mente el ejemplo del Buen Pastor...para buscar y salvar lo que se había perdido." Para aquellos que están siendo ordenados para la Diócesis de Evansville, vayan y hagan lo mismo.