Southwestern Indiana's Catholic Community Newspaper
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'Somos Mejores Que Esto'

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Obispo Charles C. Thompson

  En su última homilía a los Obispos de los Estados Unidos, como presidente de la USCCB, el arzobispo Joseph Kurtz recordó un comentario común de su madre cada vez que hacía algo malo. Simplemente le diría: "Una persona con dignidad no hace eso". Durante su homilía en la oración de noche, al día siguiente de las recientes elecciones presidenciales, en respuesta al caos provocado por las protestas de campaña de la deportación enorme de inmigrantes y la continua violencia, el Arzobispo José Gómez de Los Angeles comentó: "Somos mejores que esto.”

 

     Todo racismo, odio, intimidación, falta de respeto y falta de cortesía no está para que hagamos eso. Debemos ser mejores que el comportamiento como ambos individuos y comunidades. Es evidente que hay una urgente necesidad de curar heridas, construir puentes, involucrar en dialogo, levantar a los descorazonados, acompañar a los necesitados, atender a las ansiedades, disminuir los temores y abogar por la justicia templada con la misericordia. Mientras buscando sostener y celebrar todo lo que es bueno, bello y verdadero, también debemos tener el coraje de enfrentar el mal en todas sus formas. No puede haber espacio legítimo o tolerancia para el racismo en una sociedad verdaderamente justa para cualquier nación. Dado nuestro principio católico básico de creencia en la dignidad de cada ser humano como creado a la imagen de Dios, debemos evitar todo tipo de comentarios que intente demonizar a otro individuo o grupo de personas.

 

     En lugar de temor o sospecha hacia aquellos que son diferentes unos de otros, ya sea en color, credo, etnia, idioma, orientación u opinión, debemos hacer todo lo posible para acoger la oportunidad y enfrentar los desprecios para realizar nuestra unidad como una sola familia humana. La universalidad es uno de los grandes atributos del catolicismo, que permite a la Iglesia trascender todas las culturas y sociedades existentes en prácticamente todas las sociedades y culturas. Así, de acuerdo con la ley suprema conocida como "salvación de las almas", la Iglesia tiene un papel clave en el alivio y reconciliación de la gente en nuestro país, así como en todas las naciones del mundo. No es de extrañar que el Papa Francisco se refiera a menudo a la Iglesia como un "hospital". Esta misión de la Iglesia, como confiada por Jesucristo, incumbe a cada miembro bautizado. Hay mucho más que nos une que nos divide. Por supuesto, nuestra unidad depende en el respeto mutuo, el diálogo, la confianza, la franqueza y el agradecimiento.

 

     Con fe en la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, no necesitamos temer ni la muerte. Nada de lo que los poderes del mundo pueden arrojar sobre nosotros es mayor que el poder de Dios para salvar, redimir y elevar. Miramos a la cruz como no sólo un obstáculo en el camino para ser evitado a toda costa, pero como el medio de salvación. Es nuestro camino a la vida, la victoria y la comunión eterna con Dios y entre nosotros. La palabra compasión significa "sufrir". La actitud de la Iglesia, incluyendo todos sus miembros, debe ser la de Jesucristo. Debemos ser movidos con la compasión más bien que el odio, el miedo o la intolerancia hacia unos a  otros.

 

     Como ha señalado el Papa Francisco, los cristianos auténticos se mueven por el coraje y la compasión para construir puentes en vez de muros. Esto no significa que tengamos que quedarnos quietos mientras que nos esforzamos por la reforma migratoria y mantener un espíritu de empatía por los necesitados. Muchos en todo el mundo están sufriendo una gran persecución, hasta sufriendo horribles formas de tortura y muerte. Esto incluye cristianos y no cristianos. En consecuencia, muchos se ven obligados a huir de su querida patria debido a la persecución, la pobreza y otras formas de injusticia. Aquí en nuestro propio país, muchos han buscado refugio, una vida mejor y reunirse con la familia. Muchos, inmigrantes y ciudadanos, temen por sus vidas, sus familias y sus amigos en medio de una cultura creciendo en odio, intolerancia, violencia e indiferencia. Muchos temen la deportación, los prejuicios, la violencia y los abusos. El hecho que América sea grande no debe implicar un sentido de malicia, hostilidad o indiferencia hacia la situación difícil de nuestros hermanos y hermanas necesitados. Para contrarrestar el sentimiento creciente de temor y ansiedad, hay una necesidad urgente de actos concretos de solidaridad, compasión, justicia y misericordia por parte de todos los creyentes. Apartarse de la dignidad de otro o en contra de ella es actuar bajo de la dignidad propia, y somos mejores que esto.