Southwestern Indiana's Catholic Community Newspaper
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Solidaridad En La Verdad, Verdad En La Caridad

By Obispo Charles C. Thompson
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OBISPO CHARLES C. THOMPSON

 

Uno de los siete principios clave de la enseñanza social católica es la Solidaridad. Una publicación de 2005 de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos proporcionó la siguiente descripción de este principio particular:

 

Somos una familia humana cualquiera que sea nuestra nacionalidad, raza, posición económica o ideología. Somos hermanos y hermanas “guardianes, dondequiera que sea. Amar al prójimo tiene dimensiones globales en un mundo cada vez más reducido. En el centro de la virtud de la solidaridad está la búsqueda de justicia y paz. El Papa Pablo VI enseñó que "si quieres paz, trabaja por la Justicia”.  El Evangelio nos llama a ser pacificadores. Nuestro amor por todas nuestras hermanas y los hermanos nos exige que promovamos la paz en un mundo que está rodeado de violencia y conflicto. [Publicación USCCB Nº 5-315]

 

Así, el principio de la solidaridad está enraizado en la noción de que toda la humanidad está unida como una sola familia humana. De ello se desprende necesariamente que no hay lugar para los prejuicios, los crímenes de odio, la llamada depuración étnica o el genocidio.Existe más de lo que nos unifica que de lo que nos divide como seres humanos. Un principio fundamental para la enseñanza social católica, es que cada persona humana es creada a imagen de Dios. Como tal, la dignidad y la vida de cada ser humano desde el momento de la concepción hasta la muerte natural es sagrada. La santidad y la dignidad de una persona no dependen de sus creencias religiosas, agenda política, orientación sexual, productividad, popularidad, estatus social, comportamiento o cualquier aspecto del mérito humano.

 

El Papa Francisco ha hablado y escrito extensamente sobre la necesidad de un mayor diálogo, respeto mutuo, acompañamiento, discipulado misionero, curar heridas, cuidar la creación y salir a los marginados y las periferias  de la sociedad. En esencia, son todos atributos de la solidaridad. Sin embargo, la auténtica solidaridad está arraigada en la verdad. Aparte de la verdad, cualquier intento de solidaridad se convierte en meramente justificación falsa, abandono despiadado, paternalista, engañoso y falso. Saber dónde y cómo descubrir la verdad auténtica es especialmente importante. La verdad debe basarse en hechos reales más que en un mero sentido de justicia, sentimientos o incluso opinión mayoritaria. Para abrazar la solidaridad como virtud en la búsqueda de la verdadera justicia y paz, debemos ser capaces de discernir, aceptar y proclamar la verdad. Esto debe ser así incluso cuando la verdad se considera impopular, políticamente incorrecto o anticuado. Independientemente de cómo se perciba o se reciba, la verdad debe proclamarse siempre en la caridad. A veces, la solidaridad exige que los individuos estén dispuestos a sacrificarse por el bien común.

Cuando entramos en la Semana Santa, debemos considerar cómo Jesucristo mantuvo un sentido de solidaridad con la voluntad del Padre, así como con toda la humanidad, mientras que los intentos de solidaridad entre los que le rodeaban fueron deshechos por el temor, los celos y la justicia propia. Las personas que se consideran espirituales y / o religiosas, como cualquier otro ser humano, son propensas a dejar que las emociones obtengan lo mejor de fe y razón. Perseverando en la misión de su pasión, muerte y resurrección, Jesucristo restauró la dignidad de la humanidad y su capacidad para  acoger   la verdad en la caridad hacia la auténtica solidaridad.

 

Para proclamar la verdad en la caridad, es esencial tener en cuenta que el tono es tan importante como el contenido al hablar o actuar en nombre de la verdad. La Iglesia Católica está en la misión  de salvar almas, no avergonzar y condenar  a los pecadores. Centrados en lo que llamamos la  Nueva Evangelización, debemos tratar de atraer a las personas al encuentro personal con Jesucristo. Para los cristianos, la solidaridad arraigada en la relación personal y comunitaria con Jesucristo es el camino más seguro para lograr la verdadera justicia y la paz. Esta solidaridad, basada en la verdad en la caridad, no pretende excluir, sino incluir tanto a los creyentes como a los no creyentes. Independientemente de las diferencias -nacionales, raciales, étnicas, económicas o ideológicas- debemos ser  guardianes de nuestros hermanos y hermanas. Eso es lo que hace la familia!