Southwestern Indiana's Catholic Community Newspaper
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Caridad En Todas Las Cosas

By Obispo Joseph M. Siegel
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Obispo Joseph M. Siegel

El conflicto entre las personas es inevitable, nos guste o no. Sucede en todos los niveles de la sociedad; dentro de las familias, comunidades, parroquias, naciones y la comunidad mundial. Esto se debe porque Dios nos dio nuestra propia manera de pensar y nuestros propios intelectos, que cada uno de nosotros desarrollamos con nuestro propio punto de vista en casi todos los temas: desde equipos deportivos y preferencias musicales, hasta la religión y la política. En ocasiones nuestros puntos de vista chocarán con los de los demás. Dependiendo de la importancia del problema y de la intensidad con la que tendremos nuestras creencias, estos desacuerdos pueden variar desde bondadosos hasta dañinos. La realidad es que los conflictos están fuera de nuestro control pero nosotros podemos elegir cómo enfrentarlos.

A menudo leemos y escuchamos sobre cómo se manejan mal los conflictos. Parece que en nuestra sociedad de hoy en día, más que en la memoria reciente, en diversos puntos de vista se han convertido en fuentes de polarización y división. Ya sea debido a la polémica de varias figuras políticas, las redes sociales y los locutores de noticias / los programas de entrevistas en la televisión y la radio, o simplemente por el estrés de la vida cotidiana, parece que como personas hemos perdido la capacidad de estar en desacuerdo de manera civil. Como sacerdote parroquial anteriormente y ahora como obispo, puedo testificar que una tendencia al discurso divisorio también ha estado infectando a la Iglesia. No parece suficiente criticar simplemente la decisión o la posición de una persona, tenemos que atacar el carácter y las motivaciones de la persona. Esto de "no tomar prisioneros" está teniendo un efecto dañino en nuestras relaciones personales y comunitarias, así como en nuestro bienestar espiritual, mental e incluso físico.

Cristo reconoció que el conflicto era parte de la vida y sabía que estaría incluso entre sus seguidores; en los Evangelios, él enseñó a sus discípulos diferentes maneras de manejar los conflictos que eran sanos y respetuosos (por ejemplo Mateo 5:21, 38, 7: 5, 18:15). Aunque por cierto podemos estar en desacuerdo sobre asuntos importantes y debemos desafiar las acciones de otros que creemos que pueden ser erróneas y dañinas, debemos luchar contra el impulso de jugar a ser Dios y juzgar los corazones y las motivaciones de los demás. Incluso con aquellos cuyos puntos de vista son consideramos inmorales o poco éticos, nunca debemos olvidar que ellos también son hijos de Dios, debido al mismo respeto y consideración que esperamos para nosotros mismos. Una discusión saludable realmente se esfuerza por escuchar y entender de dónde viene la manera de pensar de la otra persona, incluso si no estamos de acuerdo con su punto de vista. Esto no es fácil ya que requiere energía y paciencia. Sin embargo, la gracia de Dios lo hace posible.

Con el fin de "bajar la temperatura" lo suficiente para poder entablar una discusión y un debate respetuoso y efectivo, es posible que tengamos que dejar de llenarnos con las influencias negativas y de las confrontaciones en la televisión, la radio y las redes sociales. Si no tenemos cuidado, podemos caer horas cada día con debates muy tensos y elevados terminando frustrados y enojados por situaciones sobre las cuales no tenemos control ni influencia. ¿A dónde va esta frustración acumulada? Tiende a ponernos ansiosos y deprimirnos o a veces ponernos nerviosos y listos para atacar cuando nuestra opinión es desafiada. Nos puede llevar simplemente a estar enojado con todo el mundo.

Si se encuentra en esta posición, trate de cambiar los canales durante un período de tiempo para dejar de ver o escuchar las noticias y también en los sitios web. En lugar de escuchar las noticias del radio mientras estáen su carro o en el trabajo, intente escuchar música o libros grabados. Siga suficientes titulares de las noticias para saber lo que estaba sucediendo en el mundo, pero no se deje absorber por todos los malos comentarios sobre eventos actuales o controversias. Al no permitir que veamos muchas opiniones, incluso con aquellas opiniones con las que podemos estar de acuerdo, nuestras mentes estarán más claras y menos estresadas porque no estamos constantemente lidiando con ideas conflictivas y preocupaciones sobre situaciones con las que están más allá de nuestra influencia. Podemos ocupar ese tiempo y espacio mental con otras influencias más positivas como la oración y la lectura espiritual, buenos libros y pasar más tiempo conversando con nuestros familiares y amigos. Entonces cuando tengamos que lidiar con asuntos difíciles, creo que encontraremos que podemos dejar todos los problemas en manos de Dios y buscar su guía por medio de la oración. De esta manera es menos probable que estemos cerca a los conflictos con una reacción instintiva e impulsiva, por lo que nos encontraremos en un mejor lugar para poder escuchar y discutir verdaderamente los asuntos o situaciones del momento.

Sí, el conflicto es parte de la vida, pero no tiene por qué ser doloroso y destructivo. Con la ayuda de Dios y un enfoque más reflexivo y deliberado de nuestra parte, podemos tratar de pasar de la confrontación a una discusión con un diálogo más civilizado. Vemos el fruto de la charla que nos divide. ¿Vale o no vale la pena intentarlo de otra manera?