Let Us All Embrace The Year Of Consecrated Life
A special Year of Consecrated Life has been declared by Pope Francis, to officially begin on the First Sunday of Advent, Nov. 30, providing unique opportunity to celebrate the rich blessing of consecrated religious women and men in the life of the Church. The Diocese of Evansville has great cause to embrace this special year with gratitude and hope. The long historical witness of consecrated and religious life is quite evident throughout southwest Indiana, a witness that endures to this very moment. According to the Congregation for Consecrated Life, the goals of this special Yearinclude reflecting on the unique role religious men and women have in the Church from their charisms to their challenges.
Our own Diocesan Vocation Committee is discerning how best to celebrate the Year of Consecrated Life here at home. Here, as in other matters, we may apply the coined phrase of “thinking globally while acting locally.” Pope Francis has commented on the essential role of religious women and men in the Church. He has especially expressed his admiration and respect for the role of women, particularly religious women, as intricate to the feminine nature of the Church. Locally, we have been quite blessed by this reality in every level of Catholic identity, presence and mission in the diocese.
Especially given our size, we are very fortunate to boast the presence and witness of a number of religious communities serving in the Diocese of Evansville. In particular, we have been graced by the services of a number of women religious. Most prominent among these are the Sisters of St. Benedict, with their Motherhouse located in Ferdinand. They are the lone religious community of men or women to have a motherhouse or monastery actually within our diocese. Founded in 1867, they remain true to their motto and quarterly publication, entitled “Seek. Pray. Share.” In addition to the grand presence of the Monastery Immaculate Conception on the hill overlooking the town of Ferdinand and surrounding countryside, numerous Benedictine Sisters have served in various capacities throughout the diocese. Although not their Motherhouse, the Daughters of Charity maintain a very significant presence at their Mater Dei House and various ministries in Evansville, including St. Mary’s Health System Services. Also living and/or serving in the diocese are women religious from the Congregation of Divine Providence, the Sisters of the Little Company of Mary, the Order of St. Clare, the Sisters of Providence, the Sisters of the Third Order of St. Francis, the Dominican Sisters Congregation of the Most Holy Rosary and the Sisters for Christian Community.
While the witness of men in religious life is much fewer in number than that of religious women, in the Diocese, such witness exists in rather high profile positions. We are very fortunate to draw from the long-standing presence and tradition of the Benedictine monks from St. Meinrad Archabbey, most notably, at St. Benedict Cathedral, serving in various places and ways throughout the diocese. Two Benedictine monks, Frs. Godfrey Mullen and Damien Schmelz, currently serve as parish priests. Fr. Angelo Quadrini represents the Sons of Divine Providence at the Providence Home Health Care Center, in Jasper. In addition to providing sacramental care for the Daughters of Charity, Vincentian Fr. Stephen Gallegos has also assisted in local parishes. Most recently, we have benefited from the services of missionary priests, Fr. Sudhakar Bhastati and Fr. Anthony Govind, members of the Heralds of Good News. Last, but not least, is Brother Lawrence Murphy, CFC (e.g. Congregation of the Holy Cross), who currently serves are President of Reitz Memorial High School.
The upcoming Year of Consecrated Life is a wonderful opportunity for us to celebrate and express deepest gratitude for the incredible witness of religious life and service. In addition to those religious women and men who have lived and served “in” the diocese, countless men and women “of” the diocese have embraced the Lord’s call to consecrated life in service to other places throughout the country and world. During this special year, I suggest a three-fold focus: (1) Expressing gratitude for the witness of consecrated life; (2) Highlighting the beauty of consecrated life; and (3) Renewing emphasis on the vocation of consecrated life. Contrary to a culture that tends to breed indifference and individualism to the point of narcissism, religious women and men exemplify the courage, trust, sacrifice and humility necessary in following Jesus Christ. With prayer, service and obedience as hallmarks of their witness, these special members of the Church inspire all of us to seek the path of holiness so vital to the call of evangelization. May we never take for granted the inspiration of those who have embraced the mission of Jesus Christ in and through consecrated life.
Vamos todos a celebrar el Año de la Vida Consagrada
Un año especial de la Vida Consagrada ha sido declarado por Papa Francisco, para empezar oficialmente el Primer Domingo de Adviento, el 30 de noviembre, proveyendo una oportunidad única para celebrar la bendición rica de hombres y mujeres religiosos consagrados en la vida de la Iglesia. La Diócesis de Evansville tiene buena causa a abrazar este año especial con gratitud y esperanza. El testimonio histórico de la vida consagrada y religiosa es muy evidente por todo el suroeste de Indiana, un testimonio que dura hasta este mismo momento. Según la Congregación para la Vida Consagrada, las metas de este año especial incluyen reflejar en el papel único que tienen los hombres y mujeres religiosos en la Iglesia de sus carismas a sus desafíos.
Nuestra propia Comisión de Vocación Diocesana discierne la mejor manera de celebrar el Año de Vida Consagrada aquí en casa. Aquí, como en otras maneras, podemos aplicar la frase “pensar globalmente y actuar localmente”. Papa Francisco ha comentado en el papel esencial de los hombres y mujeres religiosos en la Iglesia. Ha expresado especialmente su admiración y respeto para el papel de las mujeres, particularmente las religiosas, tan intrincado de la naturaleza femenina de la Iglesia. Localmente, hemos sido bien bendecidos por esta realidad en cada nivel de identidad, presencia y misión católica en la diócesis.
Considerando especialmente nuestro tamaño, somos muy afortunados en deleitarnos en la presencia y el testimonio de un número de comunidades religiosas sirviendo en la Diócesis de Evansville. Particularmente, hemos sido bendecidos con los servicios de un número de mujeres religiosas. Las más prominentes entre estas son las Hermanas de San Benedicto, con su Casa Madre ubicada en Ferdinand. Ellas son la única comunidad religiosa de hombres o mujeres que tiene una casa madre o monasterio dentro de la diócesis. Fundado en 1867, ellas se quedan fieles a su lema y publicación trimestral, intitulada “Busca. Reza. Comparte.” En adición a la gran presencia del Monasterio de la Concepción Inmaculada en la colina con vista a la ciudad de Ferdinand y sus campos circundantes, muchas Hermanas Benedictinas han servido en varias capacidades por toda la diócesis. Aunque no es su casa madre, las Hijas de Caridad mantienen una presencia muy significante en su Casa de Mater Dei y varios ministerios en Evansville, incluyendo a los Servicios del Sistema de Salud de Sta. María. También viviendo y / o sirviendo en la diócesis son las religiosas de la Congregación de la Divina Providencia, las Hermanas de la Pequeña Compañía de María, la Orden de Santa Clara, las Hermanas de Providencia, las Hermanas y la Tercera Orden de San Francisco, las Hermanas Dominicanas Congregación del Santísimo Rosario y las Hermanas para la Comunidad Cristiana.
Mientras que el testimonio de hombres en la vida religiosa es mucho menos en número que el de las religiosas, tal testimonio existe en la Diócesis en posiciones de alto perfil. Somos muy afortunados disfrutar de la presencia y tradición de los monjes benedictinos de la Archiabadía de San Meinrad, sobre todo, en la Catedral de San Benedicto, sirviendo en varios lugares y maneras por toda la diócesis. Dos monjes benedictinos, los PP. Godfrey Mullen y Damien Schmelz, sirven actualmente como párrocos. P. Angelo Quadrini representa los Hijos de la Divina Providencia en Providence Home, el centro de salud en Jasper. En adición a proveer atención sacramental para las Hijas de Caridad, Vicentino P. Stephen Gallegos ha ayudado también en parroquias locales. Más recientemente, nos hemos beneficiado de los servicios de sacerdotes misioneros, P. Sudhakar Bhastati y P. Anthony Govind, miembros de los Heraldos de Buenas Noticias. Por último, pero no menos importante, es Hermano Lawrence Murphy, CFC (e.g. Congregación de la Santa Cruz), quien sirve actualmente como el Presidente de la Escuela Secundaria Reitz Memorial.
El próximo Año de la Vida Consagrada en una oportunidad excelente para celebrar y expresar la más profunda gratitud para el testimonio increíble de la vida religiosa y el servicio. Además de los hombres y mujeres religiosos quienes han vivido y servido “en” la diócesis, muchísimos hombres y mujeres “de” la diócesis han abrazado la llamada del Señor a la vida consagrada en el servicio a otros lugares poro todo el país y el mundo. Durante este año especial, yo sugiero un enfoque triple: (1) expresar gratitud para el testimonio de la vida consagrada; (2) destacar la belleza de la vida consagrada; y (3) renovar énfasis en la vocación de la vida consagrada. Al contrario de una cultura que suele criar la indiferencia y el individualismo hasta el punto del narcisismo, los hombres y mujeres religiosos ejemplifican los valores de coraje, confianza, sacrificio y humildad que son necesarios para seguir a Jesucristo. Con oración, servicio y obediencia como características de su testimonio, estos miembros especiales de la Iglesia nos inspiran a todos a buscar el camino de la santidad tan vital para la llamada de evangelización. Que nunca demos por sentado la inspiración de ellos quienes han abrazado la misión de Jesucristo en y a través de la vida consagrada.
